Estrictamente hablando la semántica de la imagen apelaría a la explicación de las estructuras y gramáticas que dan significado a los textos visuales. La semántica se ha concentrado fundamentalmente en el ámbito del lenguaje y se ha nutrido de las tradiciones dominantes: La lingüística y la de la filosofía analítica.
Más bien lo problemas semánticos de la imagen se han abordado en la confluencia de disciplinas diversas: la semiología, los estudios, cinematográficos, la iconología, la psicología de la percepción visual o la antropología visual.
La semántica de las imágenes apela al contexto, a los usos, a lo simbólico, y no sólo a las categorías y taxonomías de tipo escultural o lógico. Es probable que dos sean las razones principales de esta rebeldía de sentido visual: la plasticidad de la imagen y el régimen de lo imaginario.
La razón primera se refiere, a que la imagen no puede decir sin mostrar; toda referencia icónica es también una elaboración plástica (porque su modalidad del decir es el color, el trazo, la forma, incluso el grano o la sustancia sobre la que se imprime o se traza).
La segunda razón proviene del régimen de lo imaginario que, podríamos decir, se precipita en la estrechísima relación entre la imagen y la mirada. La mirada resulta formada por la imagen tanto como la significación de la imagen se debe, de trazo a trazo, al horizonte visual desde el cual se mira. Por eso la imagen aflora un régimen y un cosmos de miradas que convocan una multiplicidad de problemática:
1 La relación entre percepción referencial y percepción icónica, en forma de interrogación. Lo que sugiere una antropología y una sociología de la mirada, que, a su vez, pone en marcha el supuesto de las imágenes no se ven igual que las cosas.
2 La problemática del tema de miradas del mundo y del trazado de la cultura. El juego de mirar que se establece en todo acto icónico, esa interesante cuestión de que el mundo que miramos es un mundo que no ve. Lo cual sugiere una política de la mirada y, en otro pliegue, un psicoanálisis de la mirada.
3 El problema de fronteras: lo real, en su crudeza, es invisible. El tajo de real es inalcanzable. El ver se detiene en esa frontera imaginario-simbólica. La realidad solo se atizaba; en sí misma es la experiencia de la perplejidad, la parálisis.